Dos sueños muy frecuentes a los 12 o 14 años: Cuando sea mayor tendré una casa como a mí me gusta. Cuando sea mayor seré arquitecto y haré casas que gusten a mis clientes. Dos situaciones más que habituales a los 30: Si consigo la hipoteca compraré un piso que no sea demasiado caro. Si gano este concurso construiré estos pisos según las reglas del mercado. Aunque ambas realidades a los 30 suponen un medio hacia fines más gloriosos, en muchos casos ambas situaciones acaban siendo el propio fin. El arquitecto, que quería ganar algún dinero y cierto prestigio para, con el tiempo, llegar a hacer lo que realmente le gusta; y el hipotecado que ya con un niño en camino resuelve conseguir otra hipoteca y otro piso con un dormitorio más, pues estos siempre son pocos. ¿Qué produce el desencuentro? Evidentemente ambos personajes están hechos el uno para el otro; y los hay en cantidades suficientes, de un bando y del otro, para suponer que el encuentro debería ser frecuente, y hasta inevitable en...
simple y dramático entero antinatural e inevitable