
Las bicicletas, tan ecológicas como la industria que las produce, como los medios que las promocionan, las empresas que las transportan y las tiendas que las venden, circulan sin restricciones, a cualquier velocidad, por aceras, parques y plazas, zigzagueando entre niños y adultos, conducidas por cualquiera que se crea capaz de hacerlo y muchas veces con una audacia que parece inspirada en la impunidad. Deberá haber aún muchos más accidentes graves o fatales ocacionados por bicicletas para que este nuevo rey de la calle ceda; para que el control que se ejerce sobre los automóviles y motocicletas, reyes absolutos en sus buenas épocas, se extienda a los vehículos sin motor. Por el momento sólo tú, si conduces una, tienes autoridad.
Foto de Helvetia
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